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  • martes, 19 de abril de 2011

    Especial sobre el 19 de Abril de 1810

    Especial sobre el 19 de Abril de 1810  

     
     
    El 19 de abril aportó la semilla revolucionaria
    Luego de una guerra de sucesión, la dinastía de los Borbones realizó una serie de modificaciones en sus sistemas políticos, administrativos y económicos, cuya tendencia era la de obtener mayores beneficios de Quito y Nueva España (México), en 1765; la de Perú, liderada por Túpac Amaru, en 1780; la de Nueva Granada, protagonizada por los Comuneros del Socorro, y muchas otras en todo el territorio hispanoamericano.
    En medios sociales también causó descontento la medida de dar a los pardos la posibilidad de poseer condición de blanco a través de la Cédula de Gracias al Sacar, lo cual otorgaba a los miembros de esta clase la posibilidad de asumir cargos públicos de cierta envergadura, reservados hasta ese momento a los blancos mantuanos.
    NAPOLEÓN CONTRA ESPAÑA
    La monarquía española, a finales del siglo XVIII y principios del XIX había sufrido un declive importante ante la incapacidad del rey Carlos IV para ejercer sus funciones como tal, dejándose conducir bajo la influencia de Manuel Godoy, amante de su esposa, la de sus reinos de ultramar, a través del cobro de impuestos. Esta nueva dinastía tenía origen francés, por lo que España se vio involucrada en una guerra contra Gran Bretaña, en cumplimiento de un pacto familiar que le exigía muchos recursos económicos y le significó la pérdida momentánea de Cuba y las Filipinas.
    Las reformas impuestas por los reyes Felipe V, Fernando VI y Carlos III redujeron el ámbito de influencia logrado por los descendientes de los conquistadores en las tierras americanas, por cuanto, a partir de estas reformas, todos los cargos directivos y administrativos eran reservados a españoles peninsulares nombrados por la corona,
    El comercio se unificó en favor de España, combatiendo todo tipo de contrabando, y se incrementó la explotación de la materia prima, prohibiéndose, en muchos casos, la transformación de las mismas en estos territorios.
    Estas acciones, conjuntamente con la imposición de impuestos a los indígenas y el incremento de los porcentajes de aduanas, crearon una reacción desfavorable para la corona, que se tradujo en sublevaciones como las reina María Luisa.
    El puritanismo católico de la época y el desprestigio que se generó por la complacencia y privilegios a los cuales tuvo acceso Manuel Godoy, creó descontento en España y los pueblos de ultramar, lo cual debilitó su influencia como nación en Europa.
    Napoleón Bonaparte, quien buscaba incrementar los territorios para su país, vio una oportunidad en esos conflictos y manifestó intervenir en esa nación para “renovar y mejorar” sus instituciones que “estaban a punto de perecer”, según la proclama enviada a los españoles en 1808. Napoleón invade la península ibérica, encarcela a sus gobernantes y de una vez se crea un movimiento popular para deshacerse de los invasores. Se crean juntas para suplir el gobierno derrocado y nace en Aranjuez la Suprema Junta Central y Gubernativa del Reino, como una manera de solidificar un sistema que hiciera las veces del Rey mientras el país estuviera ocupado.
    La reacción americana fue casi inmediata. En julio de 1808 se presentaron en Caracas dos representantes del gobierno francés en España con la intención de hacer jurar fidelidad al rey José Bonaparte, impuesto por Napoleón.
    Una revuelta, dirigida por connotados mantuanos, y la negativa al reconocimiento por parte del capitán general y demás autoridades, fue la respuesta obtenida por estos enviados, por lo que se vieron obligados a embarcarse de regreso casi de inmediato. En Quito, un año más tarde, la clase más encumbrada de la aristocracia quiteña, resolvió crear una Junta de Gobierno en esta ciudad, pero el movimiento fue sofocado por las autoridades españoles de gobierno en dicho virreinato. Las ideas de Miranda también se hicieron presentes en la época dentro de la correspondencia que mantenía con algunos mantuanos caraqueños. El precursor proponía crear una junta, similar a las de España, para deponer a las autoridades y orientar los pasos hacia la independencia nacional.
    FERNANDO VII VS INDEPENDENCIA
    En América los criterios estaban divididos. Un amplio sector pugnaba por el seguimiento de la monarquía, en la figura de Fernando VII, mientras que otro sector, imbuido de las nuevas ideas republicanas, apostaban a la independencia definitiva como la mejor opción.
    En estas circunstancias se presenta el 19 de abril de 1810. En enero de ese mismo año se disuelve la Junta Suprema Central ante la arremetida de los ejércitos franceses. Se crea entonces el Supremo Consejo de Regencia del Reino, cuya legalidad es puesta en duda por las naciones de América, ya que no estaban conformadas por delegados escogidos en las juntas anteriores ni se conocía el carácter político de este Supremo Consejo de Regencia.
    Esta situación fue recogida por los venezolanos, quienes aparentaron plegarse a la monarquía y aprovecharse de sus seguidores, para, un año después, proclamar la total independencia de España constituyéndose en una nación soberana y libre.
    Llegaron noticias por mar…
    La incertidumbre vivida por los hombres y mujeres que procuraban la independencia parecía no tener fin. El gobernador y capitán general Vicente de Emparan, aseguraba en los bandos públicos que no existían noticias desde la península ibérica y que todo debería estar bien por aquellos lugares. Sin embargo, abril llegó con presagios a esa Caracas de 1810. Primero fueron los jóvenes militares que quisieron tomar el poder y luego los barcos que atracaban en los puertos de Venezuela, provenientes de las islas caribeñas.
    En estos barcos se aseguraba que España estaba perdida, que solamente Cádiz y la isla de León se mantenían en manos de Fernando VII, por lo que el gobierno de la Junta Suprema
    Central y Gubernativa del Reino ya no existía. Desde Puerto Cabello, el comandante de la plaza le envía una correspondencia a Emparan donde le manifiesta que por informaciones de los tripulantes de una embarcación inglesa, llamada “Venus”, la Gaceta Ministerial de Londres aseguraba que los ejércitos del Rey habían destrozado a las tropas invasoras. El día 18 el propio Emparan recibió noticias oficiales de España, a través del correo del Rey, en la goleta “Carmen”, donde se anunciaba la disolución de la Junta Suprema y la constitución de un Consejo de Regencia.
    Un día antes había llegado a Puerto Cabello el bergantín “Palomo”, cuyo capitán se vio obligado a salir de Cádiz sin carga ni registro, porque los franceses se habían apoderado de toda Andalucía, excepto de Cádiz y la isla de León.
    Los caraqueños, al enterarse el mismo día 18 de estos acontecimientos, decidieron reunirse clandestinamente, con la intención de encontrar la manera de derrocar al gobierno español y de iniciar el proceso independentista.
    EL OCASO
    Cuando en los relojes de leontina se marcaron las primeras siete horas de esa mañana, ya todos los miembros de aquel cabildo estaban presentes. José de las Llamosas tomó en su mano enguantada la campanilla y la hizo sonar en breve repique. Al levantarse de su asiento vio los rostros de sus colegas y los percibió ojerosos, mal dormidos, pero con mucho entusiasmo y nerviosismo.
    “Señores, dijo; en vista de los últimos acontecimientos ocurridos en España, donde nuestro amado Fernando Séptimo ha sido despojado de su trono y la ocupación del emperador de los franceses ha disuelto la junta que suplía su ausencia, hemos resuelto convocar este cabildo extraordinario para decidir qué hacer en esta situación de orfandad en la que nos encontramos”. Mientras Llamosas continuaba con su exposición, Dionisio Palacios miraba hacia los lados como buscando a alguien a quien susurrar en su oído. Silvestre Tovar Liendo acariciaba el borde de su chaqueta y Nicolás Anzola hundía su pulgar en el bolsillo pequeño de su chaleco.
    Después de decir que las últimas noticias llegadas a La Guaira obligaban a tomar decisiones importantes en beneficio de los pueblos de ultramar, solicitó a Valentín Ribas y a Rafael González para que buscaran en su residencia al capitán general y presidente del ayuntamiento, don Vicente de Emparan y Orbe.
    Al salir los delegados se ordenó un receso que fue aprovechado por los asistentes para reunirse informalmente y comentar sobre la situación. Lino de Clemente comentaba a José María Blanco su interés por decretar de una vez por todas la independencia, pero éste le respondía que dentro de ese ayuntamiento había muchos partidarios de Fernando Séptimo y por eso tenían que actuar con prudencia, tal y como lo habían acordado en la madrugada en la casa del doctor José Ángel de Álamo. La plática se detuvo cuando desde afuera se escuchó la voz de mando del teniente que dirigía los honores militares para el gobernador.
    Segundos después resonaron los tacones de las botas sobre los escalones y se produjo un gran silencio cuando la figura de Emparan se colocó bajo el marco de la puerta para mirar detenidamente a cada uno de los presentes. José de las Llamosas dejó libre el asiento que ocupaba y se colocó en la silla de la derecha. El gobernador saludó con un movimiento de su cabeza, a manera de reverencia y fue a sentarse en el puesto dejado libre por Llamosas. Tomó la campanilla, la movió con firmeza y se levantó para pedir que le explicaran el motivo de este cabildo extraordinario al cual le habían invitado a última hora. Martín Tovar Ponte, quien estaba colocado a su izquierda, se levantó con un gesto de sobriedad y, colocando su puño en la boca, tosió voluntariamente, como tratando de aclarar su garganta. “Con el respeto debido a su excelencia, me permito informarle que este cabildo extraordinario, convocado por el vicepresidente de este ayuntamiento, don José de las Llamosas, se corresponde con la necesidad de fijar una posición con respecto a la situación que vive la madre patria y nuestro amado Fernando VII, según las últimas informaciones obtenidas de los correos, donde se asegura que la junta de Cádiz se ha disuelto y se ha formado otra, nombrada con el título de Regencia; que no sabemos a qué y por qué se formó esta forma de gobierno y el por qué no se nos convocó, cuando se ha dicho que todos formamos parte del Reino”.
    Emparan escuchó con detenimiento a Tovar mientras observaba la audiencia. Pareció no inmutarse y le dejó hablar hasta el final sin interrumpirle. Sacó su pañuelo almidonado para tocar con él su frente y sus mejillas antes de iniciar su alocución. “Señores, pronunció enfático. No conozco esas noticias que tanto os alarman. La Regencia ha sustituido a la junta de Cádiz y sigue existiendo una representación de nuestro amado don Fernando Séptimo. No conozco las particularidades de esta nueva forma que se ha creado con el nombre de Regencia, pero os aseguro que en ningún caso ocasionará alteraciones o males a la paz que estamos viviendo en los reinos de ultramar. Tengo conocimiento que dentro de pocas horas llegarán unos emisarios de esta Regencia y ellos podrán explicar con detalle lo que ocurre en España”. Explicó minuciosamente la información recibida desde la península y aseguró que si alguien deseaban leerla podía ordenar que las trasladaran a la vista de los presentes. Todos quedaron mudos ante la presencia y la voz de Vicente de Emparan. Por varios minutos argumentó la necesidad de mantener la calma y de continuar bajo ese gobierno. Seguidamente pidió excusas por la necesidad de asistir a los oficios religiosos en la catedral y se paró de su asiento sin dar tiempo para otra acción. Los miembros del cabildo hicieron mucho ruido cuando bajaron por las escaleras de madera al dejar el salón y enrumbarse por el centro de la plaza hasta la catedral.
    Emparan al frente, acompañado de José de las Llamosas y de Martín Tovar Ponte. Detrás de ellos los demás miembros del ayuntamiento.
    Desde la esquina de Principal los vieron salir varios de los jóvenes que la noche anterior y la madrugada habían usado su tiempo en planear la manera cómo debían constituir un nuevo gobierno, aprovechando la gran cantidad de personas que se aglomeraban en la Plaza Mayor por las actividades del jueves santo. Francisco Salias, José Félix Ribas, Mariano y Tomás Montilla, José Ángel Álamo, Francisco Salias, J.J. Mujica, el presbítero José Félix Blanco, Juan Germán Roscio, José Félix Sosa y muchos otros de los conjurados se confundían con la gente que pasaba desde la esquina La Torre hasta la Principal y dentro de la plaza, esperando el resultado de los acontecimientos. Al ver salir a las autoridades con tanta decisión hacia la iglesia, creyeron que su plan no había dado resultado y decidieron obligar a Emparan y a los demás para que regresaran al cabildo. Francisco Salias se adelantó con determinación, lo tomó por un brazo y le espetó: “A cabildo”. El público miró con horror aquella escena donde se irrespetaba a la máxima autoridad. Los dragones de la guardia de honor levantaron sus armas para remediar esta afrenta, pero el capitán Luis de Ponte gritó: “Firmes” y los hombres colocaron sus armas con los cañones sobre sus hombros, obedeciendo la orden.
    Si la gente común se admiró de la osadía de Salias y de los demás jóvenes que rodearon al capitán general, éste no se inmutó porque ya lo tenía previsto. Muy temprano, en la mañana, un sargento de pardos le había notificado que se planeaba algo contra su gobierno. Desde hacía tiempo veía venir estos sucesos. Apenas diecinueve días antes, se había visto obligado a expulsar de la ciudad a muchos de sus oficiales que pretendieron apresarlo para destituirlo del gobierno.
    Se dejó llevar por la calle que desemboca en la esquina de Principal. Esta vez la guardia de honor no le rindió los honores correspondientes y aquello le causó una premonición nefasta. Muchos de aquellos que ahora le escoltaban eran sus amigos, pero ya tenía la certeza de que no lo acompañarían más y que ya no sería gobierno.
    Itinerario de un complot
    Rafael González y Valentín Ribas buscaron a Emparan.
    El gobernador y su comitiva acudieron a la catedral
    Francisco Salias obligó a volver al cabildo al capitán general
    El gobernador Emparan regresó para dejar el poder
    Cortés de Madariaga obligó la dimisión del capitán general
    Sobre el balcón terminó el poder de España en Venezuela
    LA RUTA DE LOS IMPLICADOS
    Desde el día 17, cuando en Caracas se enteraron de la pérdida de Sevilla por España, los aspirantes a la libertad se reunieron clandestinamente para elaborar un plan que diera término a la opresión de trescientos años de gobierno español.
    Todo el 18 y la madrugada del 19 se reunieron en varios lugares para culminar el plan de las acciones a ejecutar.
    Estos fueron los puntos más importantes:
    Los miembros del ayuntamiento involucrados en deponer al capitán general salen de la casa del médido José Ángel Álamo, situada en el actual portal La Palma del Centro Simón Bolívar y llegan a la reunión del cabildo.
    Salen Rafael González y Valentín Ribas a buscar el gobernador en su casa, situada de Madrices a Ibarra.
    Regresan los emisarios con el gobernador por la esquina de Santa Capilla e ingresan en el edificio del ayuntamiento. Se produce la primera reunión entre los cabildantes y el gobernador Emparan.
    Emparan y los miembros del ayuntamiento salen hacia la catedral.
    Francisco Salias y varios miembros del pueblo, detienen al gobernador en la entrada de la catedral y lo obligan a volver al cabildo.
    Pasan por la calle norte de la Plaza Mayor, donde es desconocido el gobernador por los guardias que se encuentran allí apostados.
    Ingresan de nuevo al ayuntamiento y se reinicia la discusión. Salen al balcón para consultar al pueblo reunido en la parte baja del edificio.
    La esquina de Principal fue testigo de estos sucesos. FOTO JESÚS CASTILLO
    En la esquina del Portal La Palma vivía José Ángel Álamo. FOTO JESÚS CASTILLO
    El capitán Luis de Ponte demostró su valor frente a la catedral. FOTO J. CASTILLO
    Por la zona norte de la plaza se devolvió el gobernante.FOTO JESÚS CASTILLO
    De Madrices a Ibarra vivía Vicente de Emparan y Orbe. FOTO JESÚS CASTILLO
    El primer gobierno autónomo de Venezuela
    El 19 de Abril de 1810 significó el primer gobierno autónomo que se dieron los venezolanos al deponer a los representantes de España e instaurar una junta que, si en principio se denominó “Protectora de los Derechos de Fernando VII”, sólo fue un preámbulo que sirvió para enmascarar la idea de libertad que venía germinando en una juventud combatiente y soñadora.
    Deponer a Vicente de Emparan y Orbe fue el primer paso. Su ingreso de nuevo al cabildo, cuando fue conminado a regresar, por parte de los involucrados en el complot para despojarlo del poder fue el punto clave para que oradores de la talla de Juan Germán Roscio y José Cortés de Madariaga convencieran a los miembros de este ayuntamiento para impedir la continuidad del gobierno español y se erigiera una junta que representara a todos los sectores de la población caraqueña.
    Los relatos de testigos de la época señalan que el presbítero José Félix Blanco buscó personalmente al sacerdote Cortés de Madariaga, quien en los momentos de celebrarse el cabildo se encontraba en la catedral escuchando las confesiones de los feligreses.
    Cortés de Madariaga enfrentó frontalmente al gobernador y capitán general, señalándolo de tirano y usurpador del poder.
    Convenció a los presentes de que la Junta de Regencia nombrada en España, luego de la toma de Andalucía por Napoleón, no tenía ninguna validez, por lo que los gobernantes que en estos momentos detentaban el poder en las tierras de ultramar no tenían ninguna autoridad y que por lo tanto debía nombrarse una junta que los excluyera.
    Emparan había aceptado una propuesta, presentada por Juan Germán Roscio, para que se formara una junta presidida por él, toda vez que ejercía la presidencia del ayuntamiento.
    Sus argumentos fueron rebatidos uno a uno por Cortés de Madariaga y, finalmente, ante la imposibilidad de lograr imponer sus ideas, recurrió al balcón para preguntar a los presentes en la Plaza Mayor si deseaban que continuara en el mando. La respuesta no fue inmediata. Los presentes se miraron unos a otros con sorpresa y ante una señal del padre Cortés de Madariaga, Madariaga, moviendo su mano derecha de un lado a otro, comenzaron a gritar que no lo querían.
    Inmediatamente, los oficiales que apoyaban a los cabildantes procedieron a impedir la salida de los gobernantes y los obligaron a firmar sus renuncias y los pliegos que debían dirigirse a los diversos jefes militares de las jurisdicciones bajo su mando, con la finalidad de tomar todas las guarniciones militares y evitar alzamientos a favor de los desplazados. Juan Germán Roscio, quien había ingresado en calidad de diputado por el pueblo, fue el encargado de redactar el acta, señalando todos los pormenores de la reunión, la renuncia de Emparan y sus seguidores y el nombramiento de las nuevas autoridades.
    José de las Llamosas, alcalde de primera elección, y Martín Tovar Ponte, alcalde de segunda elección, serían, a partir de este momento, los dos presidentes del ayuntamiento; Feliciano Palacios Blanco, José Hilario Mora, Isidro Antonio López Méndez, Rafael González, Valentín de Ribas, José María Blanco, Dionisio Palacios, Juan Ascanio, Pablo Nicolás González, José Félix Sosa, José Cortés de Madariaga, Francisco José Ribas y Silvestre Tovar Liendo, fueron nombrados vocales, mientras que a Nicolás Anzola se le asignó el cargo de secretario de Gracia y Justicia; a Lino de Clemente, el de secretario de Guerra y Marina; a Juan Germán Roscio, el de Secretario de Relaciones Exteriores. José Félix Ribas se integró como vocal en representación de los pardos. El coronel Nicolás de Castro y el capitán Juan Pablo Ayala tuvieron desde ese día el mando militar.
    Muchos españoles quedaron en esa nueva directiva, originando una pugna en tre dos bandos, uno que optaba por seguir al rey Fernando VII y el otro que se pronunciaba por la completa independencia.
    Dos días después, tanto Emparan como Basadre y José Vicente de Anca, con sus respectivas familias, fueron embarcados hacia los Estados Unidos, en escala hacia España.
    Luego de este 19 de abril surge una larga historia de representaciones por diversos países del mundo, con la intención de legitimar las nuevas autoridades y una lucha interna por esclarecer el camino por el cual definitivamente se debería orientar al país.
    La fiesta
    Aquel día no pudo desaparecer tan fácilmente de la mente de quienes se acercaron para la procesión de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Era jueves santo y el sol dejaba ver los colores con el esplendor que alegra la vista.
    Negros, zambos, blancos e indios, pululaban aquella Plaza Mayor vestidos con sus mejores galas. Sólo quedaron en las casas los enfermos y la servidumbre indispensable para atender las necesidades básicas de las familias. Apellidos encumbrados junto a los de cualquier ralea se unieron frente al balcón y gritaron hasta más no poder que no lo querían, que se fuera, que la tierra era nuestra, que eran unos tiranos.
    Cuando el hombre dijo que él tampoco quería mando, la algarabía fue mayor. Sobre todo los blancos saltaron de alegría y la fueron contagiando entre los presentes. Sólo los indios se mantuvieron impasibles al principio. Reunidos cerca de la esquina de Las Gradillas y frente a la universidad, dejaban ver sus adornos de plumas multiencendidas por el sol y los colores.
    Aparecieron cintas amarillas, rojas, blancas y azules que muchos usaron sobre sus sombreros. Otros las colocaron como pequeños lazos sobre sus trajes, mientras las mujeres las llevaban sobre sus hombros a manera de pequeños pendones. Andrés Bello, Vicente Salias, Juan Landaeta y muchos otros músicos y poetas, comenzaron a entonar “Caraqueños, otra época empieza”, la primera canción patriótica venezolana, la cual habían ensayado días atrás, cuando se dieron cuenta que los días del reino español estaban por terminar.
    Un poco más tarde la voz de tenor de Vicente Salias dejó escuchar “Viva el Bravo Pueblo”, mientras el contagio parecía regarse por cada rincón de esa plaza y más allá, por dónde el sol trataba de esconderse. Balcón adentro continuaba el proceso, Emparan firmaba, Basadre firmaba y abajo, ya atizados por el licor que corría de mano en mano, la gente cantaba en coros improvisados:
    “Emparan Anca y Basadre/ tienen al pueblo oprimido./ Qué vicentes tan unidos/ Chupan, aunque el pueblo ladre. “El primero a nadie ampara/ ni el otro lleva en el anca/ pero hace basa el tercero/ recaudando con la tranca. “Basta ya de humillación/ para de los tres salir/ debe alzarse la nación/ y al yugo sacudir”.
    Luego las risas sin percatarse que el farolero ya había iniciado su proceso de encender los postes en los alrededores. Llegó la noche. Muchas casas se alumbraron más de lo acostumbrado. Las ventanas, todas abiertas, dejaban ver a sus residentes con escarapelas de colores vivos que saludaban con júbilo el paso de caminantes que voceaban consignas en contra del Rey y de España.
    Todo fue placer y alegría, hasta que, de nuevo, llegó la mañana y el tiempo en que nada era igual. Todo había cambiado desde aquel jueves santo del 19 de abril.
    Personajes relevantes el 19 de abril de 1810
    Simón Bolívar
    El 19 de abril se notó la ausencia protagónica de Simón Bolívar, al punto de que muchos de sus biógrafos omiten su accionar en esa época.
    Existen evidencias de la participación de los hermanos Bolívar Palacios en la conspiración militar fraguada por Fernando y Francisco Rodríguez del Toro y de la asistencia de éstos a las reuniones clandestinas realizadas en la Casa de La Misericordia, donde se levanta el Parque Carabobo, y en la Cuadra Bolívar, donde hoy funciona un museo.
    Simón se refugió en su hacienda de San Mateo, donde se dedicó a supervisar sus siembras, por lo que se encontraba ausente ese 19.
    María Sanoja de Salias
    Dentro del grupo de mujeres que apoyó la gesta independentista se encuentra la madre de los jóvenes Salias. Su casa fue uno de los escenarios utilizados para las reuniones clandestinas y, quienes refieren su comportamiento, aseguran que fue enérgica defensora de las conspiraciones gestadas para instituir en el país un gobierno propio.
    María Margarita Sanoja fue madre de Vicente Salias, el creador de la letra de nuestro Himno Nacional; de Francisco, quien detuvo a Emparan el recordado 19 de abril; de Pedro Salias, militar de la gesta independentista, y de Juan Salias, también oficial del ejército patriota.
    JJ Mujica El Pueblo
    Los personajes que deambulan por las calles de los pueblos y las ciudades no tienen fecha de nacimiento ni mucho menos fecha de muerte, tampoco nombres conocidos, pero sí sus apodos y sus anécdotas.
    El Pueblo fue un personaje que nació el 19 de abril en la noche. Antes de esa fecha se le conocía como JJ Mujica, pero ese día en la noche, cuando la fiesta popular alegraba la Plaza Mayor, JJ se presentó ante los representantes del nuevo cabildo y dijo venir en nombre del pueblo.
    Pidió la palabra y le fue concedida por la lenidad que envolvía a los tribunos que conformaban ese ayuntamiento.
    José Ángel de Álamo
    La última reunión, antes de los acontecimientos del 19 de Abril, se realizó en la casa de José Ángel de Álamo, que estuvo situada en un lugar que ahora forma parte del Portal La Palma, en el Centro Simón Bolívar.
    Este hombre había llegado a Caracas en una fecha, no precisada por los historiadores, para estudiar medicina en la Universidad, donde se inscribió en 1796. Aseguran que fue recibido por los Bolívar Palacios, quienes lo alojaron en su casa durante sus primeros días en la capital.
    Álamo se hace médico y participa en la campaña contra el paludismo que azotó a los Valles de Aragua en 1804.
    Cortés de Madariaga
    Nació en Santiago de Chile, el 8 de julio de 1766, pero se consideró venezolano hasta sus últimos días. Los primeros años de su vida transcurren en su tierra natal, donde estudia en el seminario para ordenarse de sacerdote en 1788. Continúa en la Universidad de San Felipe y obtiene el grado de doctor en derecho.
    Viaja a España en procura de una cátedra en dicha universidad, la cual le es negada y, al intentar regresar a Chile, una tormenta lo lleva a las costas de La Guaira el 12 de abril de 1802. Decide quedarse en el país y viaja a Caracas donde se le concede una canonjía en la catedral el 8 de marzo de 1803.
    Juan Trimiño
    Hubo un hombre, nacido en las Islas Canarias, que se destacó por su pasión por la causa libertaria. Era un hablador empedernido, jugador, amigo de fiestas y parrandas que no dudaba en plantarse ante cualquiera para defender la patria y para acusar al rey y a sus lacayos de mantener oprimidos a los pueblos de América. Juan Trimiño estuvo en la Plaza Mayor aquel 19 de abril de 1810. Fue uno de los que más gritó para decirle al capitán general Vicente de Emparan que no lo querían en este país y que se fuera de nuevo a España.
    En el momento en que vociferaba, no se imaginó que después llegarían de nuevo los españoles y lo encarcelarían en La Guaira.
    Capitán Luis de Ponte
    Luis de Ponte fue otro de los héroes en ese 19 de abril de 1810. Estando al frente de la guardia y tuvo la valentía de ordenar a sus soldados que se mantuvieran firmes en el momento en que Francisco Salias sostuvo por el brazo al gobernador, en una actitud considerada irrespetuosa para un funcionario de esa naturaleza.
    La historiografía lo ha marginado hasta ahora, por lo que no se conocen ni su fecha ni su lugar de nacimiento. Sin embargo, su ejemplo y su templanza sirvieron para dar valor a los jóvenes que en ese momento estaban tratando de tomar las riendas del futuro de su país, por cuanto una actitud de esa naturaleza era castigada con la pena de muerte
    La familia Ribas
    Los hermanos Ribas y uno de sus sobrinos, fueron personajes importantes en los acontecimientos del 19 de abril de 1810 y en hechos posteriores.
    José Félix, Valentín, Francisco
    José, Juan Nepomuceno y Francisco, hijo de Valentín, participaron desde 1808, en todas las actividades relacionadas con los intentos de deponer a las autoridades españolas y de lograr la independencia del país.
    José Félix se integró al cabildo realizado ese día en calidad de representante de los pardos, mientras que su hermano Francisco José lo hizo en su condición de sacerdote, como representante de la iglesia, conjuntamente con José Cortés de Madariaga
    Francisco Salias
    Francisco nació en Caracas en 1785, hijo de Francisco Antonio Salias Tordesillas y de María Margarita Sanoja. Fue uno de los más importantes personajes de la gesta que se escenificó para la deposición de las autoridades españolas en Venezuela.
    Proveniente de una familia de insignes patriotas, Francisco se enroló en los movimientos que antecedieron a la caída de Emparan, constituyéndose en uno de los motores de este movimiento. Su figura, tomando del brazo al gobernador y capitán general, aquel jueves santo, se ha constituido en un ícono de la lucha independentista nacional que reposa en esculturas y obras pictóricas de edificios y museos
    Vicente Emparan
    Español nacido en Azpeitia, en 1747, se hizo marino desde muy joven, alcanzando el grado de brigadier.
    Fue destinado a Puerto Cabello y posteriormente nombrado gobernador en Cumaná, desde 1792, hasta 1804, donde confrontó algunos problemas con sus superiores de Caracas.
    Regresó en ese año a España, estableciéndose allí hasta 1808, cuando es nombrado capitán general de Venezuela por las autoridades napoleónicas, pero luego se adhiere a las ideas de la Junta General Suprema, la cual lo ratifica en el cargo de capitán general, en sustitución de Juan de Casas, quien se encontraba ejerciendo el cargo en forma interina.
    La casa amarilla es un monumento histórico
    Debe su nombre al color característico del partido liberal en tiempos de Guzmán Blanco, porque los arquitectos que lo remodelaron en aquel momento decidieron darle un toque político a su obra.
    No era de este color ni tenía el tamaño que ahora tiene, cuando Vicente de Emparan consultó al pueblo caraqueño si quería que él continuara en el mando. Tampoco tenía esa misma estructura, pero siguen siendo importantes los hechos que allí se sucedieron.
    Hay controversias sobre el origen de la propiedad del terreno. Algunos Investigadores refieren que con la llegada de Diego de Lozada y la fundación de la ciudad, en 1567, se realizó una repartición de las tierras arrebatadas a los indígenas entre los oficiales de mayor graduación.
    Quienes mantienen este argumento dicen que Lozada la entregó en propiedad a Damián del Barrio, quien no la utilizó por trasladarse de nuevo a Barquisimeto. Otros historiadores señalan que la primera edificación realizada en el lugar perteneció al gobernador Sancho de Alquiza, aproximadamente en 1610.
    Esta construcción se mantuvo hasta 1641, cuando un terremoto la derribó, quedando los escombros y el terreno baldío por muchos años. El terreno es adquirido por Antonio de Tovar, cuyos herederos la venden al gobernador Diego Jiménez de Enciso. Éste construye la primera cárcel pública en el sitio, la cual se mantuvo allí por muchos años.
    El edificio con el balcón donde estuvo Emparan se puso en funcionamiento en 1750, aproximadamente, cuando se decidió construir sobre una acequia un anexo para ubicar allí el ayuntamiento, que antes funcionaba en la residencia del gobernador.
    LAS TRANSFORMACIONES
    Esta casa amarilla que hoy conocemos es fruto de un proceso de siglos. Comenzó siendo un terreno baldío cuando la ocuparon los españoles y cincuenta años después se transforma en vivienda para el gobernador. No se tienen las dimensiones exactas de aquel primer edificio, pero se supone que ocupó la esquina y la mitad de la cuadra, en el camino hacia lo que hoy se conoce como la esquina del Conde.
    Luego el terremoto de 1641 lo convirtió en escombros y más adelante fue la Cárcel Real. A finales del siglo XVIII todavía funcionaba como cárcel, según testimonio de vecinos e historiadores, quienes aseguraron que desde allí salió José María España para ser ejecutado en 1799.
    El terremoto de 1812 causa nuevos estragos en la estructura y no fue sino hasta 1830 cuando se ordenó su remodelación para que funcionara como la Diputación Provincial de Caracas. Carlos Soublette y José Antonio Páez la utilizan como cuartel de policía y Casa de Gobierno.
    En 1870, luego de la Revolución de Abril, se encomienda al arquitecto Juan Hurtado Manrique su remodelación para que fuese usada como residencia presidencial. En 1874 se culminan los trabajos, lo cual contempló la unión de los terrenos de la cárcel, el cuartel de policía, el ayuntamiento y una casa adyacente hacia el oeste, que fue propiedad de la familia Palacios Blanco, parientes del Libertador. En esa remodelación se pintó de amarillo por primera vez, en representación del partido liberal y desde allí la gente le dio el nombre popular que todavía se mantiene.
    Francisco Linares Alcántara la utilizó como residencia. Joaquín Crespo la cedió para que residiesen allí sus oficiales de más alta graduación y Cipriano Castro decidió mudarse a Miraflores, cuando se presentó el terremoto del año 1900.
    A partir de ese año pasó a ocupar funciones ministeriales, hasta 1922. De allí pasa definitivamente a ser sede del Ministerio de Relaciones Exteriores. En 1930 se redecoró con murales de paisajes encomendados al pintor Octave D’Guillonnet, los cuales fueron tapados en 1935, cuando murió Juan Vicente Gómez.
    Las paredes cubiertas con telas blancas se mantuvieron hasta el año 1956. Bajo el gobierno del general Marcos Pérez Jiménez se pidió al arquitecto Gustavo Wallis la realización de una nueva remodelación que incluyó la construcción de una biblioteca sobre derecho internacional, una fachada al estilo español y la remoción de los murales cubiertos por telas blancas, los cuales pasaron al Museo de Bellas Artes.
    CASA ANTONIO JOSÉ DE SUCRE
    La Casa Amarilla fue declarada Monumento Histórico Nacional el 16 de agosto de 1979, según la Gaceta Oficial 31.678 y en 2007 se le bautiza con el nombre Casa Antonio José de Sucre, como un homenaje a uno de los primeros y más grandes diplomáticos que han nacido en el suelo patrio.
    Con esta distinción se quiso homenajear al redactor del documento de Regulación de la Guerra y del armisticio que firmaran Simón Bolívar y Pablo Morillo en la ciudad de Santa Ana de Trujillo, del redactor y firmante de la rendición de los españoles en Ayacucho y de tantas misiones que contribuyeron a colocar a Venezuela dentro del concierto de naciones.
    Coordinación: Reinaldo González Textos: Igor García Ilustraciones: Omar Cruz Diseño y Diagramación: Harvey Herrera. 19 de abril es un suplemento especial de Ciudad CCS, forma parte integral del diario y se distribuye de forma gratuita
    Este artículo fue tomado integramente del sitio http://ciudadccs.info/pruebas/?p=115705, al cual tenemos que respetar su autoría en cuanto investigación y diagramación. La idea de presentarlo en este website, es simplemente para que nuestros estudiantes y usuari@s en general lo revisen y que valoren el significado de tan magna fecha. Webmaster del LB Andrés Eloy Blanco.
    Por una Region mas Unida y mas Scout !!! 2011, 75 AÑOS DE LOS SCOUTS DE ARAGUA. Linea Verde 2011: 3000 Arboles... te anotas ?

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